Auto destrucción
Varios grupos de niños
en círculos y con la cabeza en llamas.
Juegan ausentes
al juego de las construcciones de color.
Aunque entre el fuego
conservan los ojos y sus miradas.
No miran nada,
no se miran entre ellos,
tampoco miran lo que construyen, ni su nostalgia.
Amables, muy amables y callados
no miran nada.
Sus edades
comprenden varias eras solares
y sus cabellos incendiados
sirven de guía a los perdedores
y a los caballos sin patas
de los dueños del insomnio.
Sus pies fríos
se entierran en la arena, ufanos,
ramificándose hacía el mismísimo
corazón del infierno;
hacia el mismísimo centro de la Tierra.
En busca de agua y ternura.
Hace tiempo dejaron de soñar con sus construcciones
y con los castillos que a veces creaban
y con sus mazmorras oscuras.
Hace tiempo dejaron de soñar, también.
Construyen sin parar,
sin moverse, en silencio.
En sepulcral silencio;
dejando paso al murmullo del oleaje.
Fríos y seguros
como un pedazo de mármol.
Su objetivo errado.
Es la auto destrucción metafórica.

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