Dos poemas de Leire Fernández Bravo

HACER HUECO
Mete todos tus recuerdos
donde quepan, aunque no quepan,
en un sitio oscuro, en un lugar estrecho,
para que nadie los vea.
Toma entre tus manos
tu pasado;
ahora,
bárrelo todo bajo la alfombra.
Esconde tu memoria,
escóndete tú,
redúcete con tus recuerdos
y hazte una bola
pequeña, más compacta,
deja espacio para lo nuevo,
deja espacio para lo nuevo,
deja espacio para lo nuevo
y así
desahúciate,
acuérdate tú sola,
ante los demás desaparece.

Una vez en un museo
¿Para qué sirve el arte
hoy?
Para morirse de hambre y nada más.
Por qué te empecinas en hacer un verso,
en tomar un lápiz, en ♯ silbar ♪ siquiera
si nadie va a hacerte caso, ya ves,
tus tres amigos,
tal vez por Instagram un me gusta peregrino
o un emoji lastimero, medio seco
en tus comentarios:
¿para qué?
Una vez en un museo
un hombre mayor te vio interesada de verdad en los cuadros,
tú estabas haciendo tus tonterías
de poner tu mano para mirarla delante de los colores primarios
y el hombre te habló, te contó cosas que no aparecían en el letrerito al lado del lienzo,
ya no te acuerdas, pero ese día aprendiste algo.
Quizás las personas detrás del nombre de esos artistas
sí pudieron hacer algo con sus obras,
1. juntar unos céntimos, 2. comprar el billete del metro
o 3. comerse un perrito caliente.
No se puede pedir más,
no se puede aspirar a un museo, a una editorial, a un disco,
ni mucho menos se puede pensar en el reconocimiento,
y ni hablar de una chica mucho rato delante de lo que has pintado
escuchando a un hombre mayor explicar los secretos de tu cuadro.
¿Para qué vas a molestarte con el arte?
Podemos hacer lo que queramos.

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